La música latinoamericana abarca México, América Central y las zonas colonizadas por España y Portugal de América del Sur y el Caribe. Estas costumbres representan las mezclas específicas de la región de influencias nativas americanas, africanas y europeas, alteradas a lo largo del tiempo.

Este artículo examina la evolución de la música religiosa, folclórica y artística (informalmente, clásica) a lo largo del tiempo y en todo el hemisferio. Tras una breve explicación del uso de la música en las sociedades anteriores a la conquista (para más información, véase la música de los nativos americanos), la historia se desplaza a cómo los europeos introdujeron la música eclesiástica ibérica y comenzaron la hibridación de las tradiciones musicales pastorales y folclóricas. Al mismo tiempo, las técnicas de música artística importadas se arraigaron en las sociedades coloniales, infundiendo sabores locales y regionales. En el siglo XXI, varios rasgos musicales nacionales se habían establecido en todo tipo de prácticas musicales, mientras que las tendencias internacionales también se habían infiltrado en la corriente regional.

La música y la danza están entrelazadas, y la danza es un componente del relato musical en algunos casos, sobre todo en la música folclórica sagrada y secular. La música y la danza latinoamericanas han cobrado protagonismo en otras zonas, especialmente en Estados Unidos, ya que los bailes folclóricos evolucionaron hasta convertirse en bailes sociales y de salón famosos en todo el mundo en el siglo XXI, y la música popular viajó con los emigrantes. Esta página no cubre la música o el baile popular hispano actual. El baile latinoamericano y artículos particulares como el merengue, la rumba, la salsa y el tango cubren estos temas.

Historia

Numerosas civilizaciones indígenas se dispersaron desde las montañas del norte de México hasta el extremo sur de Sudamérica y en las islas del Caribe cuando Cristóbal Colón tuvo su primera experiencia con el “Nuevo Mundo” en 1492. Estas culturas abarcaban desde pueblos solitarios con conocimientos técnicos limitados hasta sociedades muy estructuradas con conocimientos tecnológicos avanzados. Se sabe poco sobre las prácticas o sistemas musicales de estas civilizaciones precoloniales, aunque las fuentes existentes permiten vislumbrar el papel de la música en las naciones más evolucionadas. Entre estas fuentes se encuentran los instrumentos musicales que se conservan, los diccionarios de lenguas indígenas compilados por los primeros misioneros europeos, las crónicas europeas del siglo XVI y, en el caso de Mesoamérica, un gran número de códices mexicanos precolombinos. (Un códice es un texto del tamaño de un libro.) Aunque algunos estudiosos han examinado las culturas musicales de tribus indígenas aisladas en el siglo XX como medio para comprender el pasado, no es inteligente suponer que las tradiciones permanezcan constantes y sin influencias a lo largo de los siglos.

La música ritual de las cortes es el tipo de música antigua mesoamericana (principalmente azteca y maya) mejor documentada. La interpretación musical (típicamente asociada a la danza) se muestra como una actividad de gran conjunto en la que muchas personas cantan, tocan instrumentos o bailan. En los murales del siglo VIII del templo de Bonampak, por ejemplo, se representa una procesión con trompetas, tambores y sonajas.

Todavía existen muchas flautas de las tribus mesoamericanas. Los aztecas las llamaban tlapizalli. Dos, tres o cuatro tubos se tocan desde una sola boquilla en una forma de flauta excepcionalmente inusual encontrada cerca de la costa del Golfo de México. Estos instrumentos demuestran sus posibilidades armónicas al tocar hasta cuatro notas a la vez, aunque no está claro cómo se empleaban. Los antiguos mesoamericanos no desarrollaron la notación musical, y los españoles no transcribieron la música que escuchaban. Los instrumentos que se conservan pueden darnos una idea de la calidad del sonido y la afinación, pero no pueden decirnos con precisión qué escalas o melodías estamos escuchando.